

Las antífonas de la "o"
En la segunda parte del Adviento, la última semana, la que nos sirve de preparación más inmediata a celebrar el misterio del Nacimiento del Señor, se han hecho famosas las
antífonas al
Magníficat
empleadas en el rezo de la Liturgia de las Horas. Son siete frases que
alaban a Jesucristo mencionando alguno de los nombres o títulos utilizados en el Antiguo Testamento para anunciar su venida e identidad.
La curiosidad es que todas estas frases, al tratarse de una alabanza, comienzan por la aclamación "¡oh!". Las siete antífonas de vísperas, las "antífonas de la o", comienzan así: O Sapientia (¡Oh, Sabiduría!); O Adonai (¡Oh Adonai!); O Radix Jesse (¡Oh Raíz de Jesé!); O Clavis David (¡Oh Llave de David!); O Oriens (¡Oh Amanecer! -o Sol Naciente-); O Rex Gentium (¡Oh Rey de las naciones!); O Emmanuel (¡Oh Emmanuel!).
Y, para hacerlo aún más interesante, resulta que la primera letra de cada uno de estos títulos, leídos en orden inverso, forma la frase "Ero Cras", que puede traducirse como "vengo pronto" (o "mañana", o "ya mismo"). Todo este juego de títulos, alabanzas y acróstico, se compuso en la Edad Media y dio lugar a preciosas obras musicales y artísticas que han acabado por adquirir nombre propio: "las antífonas de la o".
Te invitamos a aprovechar y, durante este tiempo de Adviento, cuidar el rezo de la Liturgia de las Horas. En la parroquia te proponemos rezar con nosotros, algunos días, las Horas Mayores de esta oración:
- De lunes a viernes, a las 07.40h. Laudes y tiempo personal de oración hasta la misa de las 08.30h.
- Los jueves a las 18.30h. rezo de Vísperas Solemnes con Bendición del Santísimo.
El Belén
La representación con figuras del nacimiento del niño Jesús comenzó con San Francisco de Asís. En torno a 1223, estando en Greccio (un pueblito cerca de Roma) quiso hacer una representación teatral del nacimiento de Jesús con las personas que estaban alrededor del convento franciscano. Durante la misa de media noche se cuenta que, en el pesebre que habían dejado allí preparado para la representación, apareció un niño en carne y hueso, y lo tomo San Francisco en sus brazos y a partir de ahí se empezó a difundir la devoción de poner en las casas el día de Navidad, una representación del nacimiento del niño Jesús.
Poner un "belén" en casa es de gran ayuda para contemplar el misterio de la Encarnación y utilizarlo en nuestra oración, ayudándonos a que nos situemos como un personaje más del pesebre. Es un buen instrumento para rezar, mantener a la familia unida y recordarnos que Dios nos ha hecho el regalo más grande: darnos a su Hijo.

El Árbol de Navidad
Algunos desprecian este símbolo pensado que es un símbolo mundano, un invento antiguo y pagano que se ha puesto de moda recientemente. Pero esto no es exactamente así.
Muchos atribuyen su origen a san Bonifacio (s.VIII). La leyenda dice que los antiguos alemanes adoraban un roble como árbol mitológico ante el cual hacían ceremonias e incluso sacrificios: San Bonifacio lo destruyó y propuso un nuevo signo que hoy conocemos como "árbol de navidad". Pero esto parece una leyenda construida para dar un respaldo antiguo y de cierta autoridad a este símbolo navideño.
La primera noticia de esta leyenda y del árbol de navidad es del siglo XV. Es extraño que nada se sepa desde san Bonifacio hasta ese momento, 700 años de silencio. Lo cual hace probable que el origen del árbol de Navidad esté, más bien, en las tradicionales representaciones teatrales de la Edad Media, con las que se catequizaba y moralizaba a la gente. Son los conocidos como "Dramas Litúrgicos": por medio de escenografías simbólicas y llamativas, alegorías, cantos, rimas, actuaciones, disfraces y demás, se evangelizaba a la puerta de las Iglesias y, a veces, incluso dentro (como, por ejemplo, los famosos "autos sacramentales" de la fiesta del Corpus Christi, de los que aún perduran algunos muy famosos). Ahí es donde, lo más seguro, tenga origen el "Árbol de Navidad", en los "Dramas Litúrgicos Navideños".
En Navidad se representaba el pecado original y la expulsión del paraíso para luego explicar la Salvación obrada en Cristo: el fruto del aquel árbol nos trajo la condena, el fruto del árbol de la cruz nos trae la salvación. Era muy visual y fácil de entender. El decorado de este drama litúrgico se centraba en un árbol de hoja perenne adornado con frutas de colores vivos, al que luego se añadían velas, como símbolo de la victoria de Cristo.
Pero este simbolismo del árbol no es un invento, es inspirado de la Sagrada Escritura: el árbol de la vida en el paraíso, el árbol de la tentación, el árbol del bien y del mal, el árbol de Gesé, el árbol genealógico de Jesús, el árbol de la Cruz, etc.
La popularización del signo del árbol de navidad llegará en el siglo XIX, manteniendo y enriqueciendo su significado: símbolo de la Vida perenne que es el mismo Dios, con los frutos y luces que representan a Cristo y los Dones y la Gracia de la Salvación, y con la estrella que nos guía en nuestra peregrinación a Él.
Poner el Árbol de Navidad es también una gran ayuda para no olvidar el significado de estos días. En la parroquia lo pondremos este año.














